Villanueva de Sijena

Villanueva de Sijena

La villa nueva de Sijena se levantó en una ligera elevación del terreno, cerca de donde se emplazó el Real Monasterio de Sigena en el siglo XIII, obligando a los habitantes de Xixena y Urgellet a trasladarse a un nuevo emplazamiento.

Así, encontramos una villa de nueva creación, con calles largas y rectas. En el centro se levanta la iglesia, dedicada a Santo Domingo y el Salvador, construida en piedra sillar para las esquinas y refuerzos, y de sillarejo en los muros de la nave (única de tres tramos más ábside poligonal de cinco paños) y en la torre. El acceso al templo se realiza a través de un pórtico sobre el que se eleva la torre, de planta rectangular, con arco apuntado como embocadura y cubierto con crucería, en cuya clave central aparece una cruz sanjuanista, que indica su vinculación al monasterio de Sijena. Este modelo se repite en otras iglesias de la zona, como la de Sena o Huerto. Delante de la iglesia, un Miguel Servet sedente, réplica de la imagen que se encuentra en la fachada del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, recuerda a su hijo más ilustre.

Entre las numerosas casas de arquitectura popular y arcos de medio punto, como Casa Calvo, Casa Chesa, Casa Laniesa o Casa Plácido, destaca la casa natal de Miguel Servet, hoy convertida en Centro de Interpretación y sede del Instituto de Estudios dedicado a su figura, y a la historia del monasterio.

El Centro conserva el empedrado original del patrio, con sus aljibes, el nevero particular y el lagar para el vino, además de una bodega subterránea. El resto de la casa está adecuado a las nuevas funciones, ofreciendo una interesante visita en torno a un aragonés universal, renacentista de pleno derecho y muerto en la hoguera de Ginebra por orden de Calvino.

Cerca de la localidad, y frente al monasterio, se encuentra la ermita de San Blas, del siglo XVIII y con ábside poligonal.

Y el monumento más conocido de Villanueva es el Real Monasterio de Sijena, fundado por el linaje de la casa Aragón, que ubicaron allí su Corte, Archivo y Panteón, haciendo del cenobio uno de los más ricos e importantes del sur de Europa. Fue declarado Monumento Nacional en 1923. Su patrimonio, en parte recuperado, puede visitarse en la zona del monasterio habilitada como zona expositiva por el Gobierno de Aragón.

El calendario festivo de Villanueva cuenta con varias fechas destacadas: sus fiestas mayores son en agosto, en honor de Santo Domingo de Guzmán y San Salvador, y las pequeñas en febrero, por San Blas y Santa Águeda, cuando los vecinos acuden a la ermita en busca de aceite bendecido para proteger sus gargantas durante el resto del año. Por las mismas fechas se celebra carnaval, en el que los monigotes de Barbuchana y Matapanizos son paseados y quemados en un ritual que marca el final del invierno y el poder de la luz.