Visible desde la distancia, debe su nombre a la venta que se ubicó en el cruce entre los caminos de Huesca-Sariñena y el Camino Real de Barbastro-Zaragoza, donde paraban los viajeros a comer y descansar, y en torno a ella, nació el poblado, documentado desde 1068.
Hoy es una de las localidades más pequeñas y menos pobladas de la comarca, con unos 40 habitantes censados. Desaparecido parcialmente el castillo y con la iglesia en estado de ruina, en el centro del pueblo todavía quedan algunas viviendas que resisten con dignidad. Desde la plataforma en la que se eleva el caserío se disfrutan de unas hermosas vistas a La Gabarda y atardeceres.
Sus vecinos celebran las fiestas en mayo con una romería hasta la ermita medieval de Puymelero cada primavera.
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